En medio de largas genealogías, resalta un hombre llamado Jabes, no por sus logros humanos, sino por su oración a Dios. Su petición nos enseña cómo acercarnos al Señor con fe, buscando su bendición y dirección.
1. El clamor a Dios: Reconocer la fuente de toda bendición Jabes invocó al Dios de Israel, reconociendo que solo Él podía responder a su necesidad. Jeremías 33:3 “Clama a mí, y yo te responderé…” Debemos acudir primero a Dios, entendiendo que fuera de Él nada podemos alcanzar (Juan 15:5).
2. La petición de bendición: Buscar lo eterno antes que lo material Jabes pidió bendición, no riquezas pasajeras. Quiso vivir bajo el favor de Dios. Proverbios 10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece…” Nuestra prioridad debe ser lo espiritual, confiando que lo demás será añadido (Mateo 6:33).
3. El ensanchamiento del territorio: Desear crecer en propósito y servicio No se trataba solo de tierras, sino de influencia y oportunidades para honrar a Dios. Isaías 54:2 “Ensanchad el sitio de tu tienda…” Como hijos de Dios, debemos anhelar crecer en fe, carácter y misión, para impactar más vidas con el evangelio.
4. La protección divina: Caminar bajo la mano de Dios Jabes pidió ser librado del mal para no ser dañado, reconociendo su dependencia de la protección divina. Salmos 121:7 “Jehová te guardará de todo mal…” La vida cristiana no está libre de pruebas, pero contamos con la mano de Dios que nos cuida (Juan 17:15).
Conclusión:
La oración de Jabes nos enseña un modelo de fe y dependencia de Dios. Él pidió bendición, crecimiento y protección, y el Señor le concedió lo que pidió. Así también nosotros podemos acudir confiadamente al trono de gracia (Hebreos 4:16), sabiendo que Dios escucha y responde conforme a su voluntad.

