Introducción
El ser humano tiene la capacidad de planificar, soñar y proyectar su vida. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que, aunque hacemos planes, el resultado y la dirección final dependen del Señor. Este versículo revela la soberanía de Dios sobre nuestras decisiones y el llamado a confiar plenamente en su guía.
1. El hombre hace planes según su corazón Jeremías 10:23 “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.”
El ser humano tiene deseos, proyectos y aspiraciones legítimas.
No está mal planear, pero debemos reconocer nuestra limitación.
Cuando planificamos sin consultar a Dios, corremos el riesgo de errar el camino.
Planificar es sabio, pero sin la dirección de Dios, nuestros planes pueden desmoronarse.
2. Dios tiene el control absoluto del destino Salmos 37:23 “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino.”
Dios no solo conoce el futuro, sino que lo gobierna.
Aun cuando no entendemos el proceso, Él dirige cada paso hacia su propósito.
Nada escapa a su control, ni siquiera los desvíos o los tropiezos.
Acepta que Dios tiene el control incluso cuando tus planes cambian. Su propósito siempre es mayor que el tuyo.
La clave para andar conforme a la voluntad de Dios es la confianza total en Él.
No basta con pedir bendición sobre lo que queremos, sino buscar qué quiere Él para nosotros.
Dios endereza nuestras veredas cuando lo ponemos primero.
Antes de actuar, ora. Antes de decidir, consulta a Dios. Él sabe el mejor camino.
4. Los planes de Dios siempre son mejores Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.”
Los planes de Dios pueden parecer distintos, pero son perfectos y eternos.
A veces su dirección implica esperar o cambiar de rumbo.
La obediencia a su voluntad siempre traerá bendición.
Acepta los caminos de Dios, aunque no los entiendas. Él te guía hacia lo que realmente te conviene.
Conclusión
El corazón del hombre puede planear, pero solo Dios puede dirigir sus pasos correctamente. Él no solo traza el destino, sino que acompaña en el recorrido. Por eso, más que confiar en nuestras ideas, debemos rendirnos a su sabiduría. Haz tus planes en oración, pero deja que sea Dios quien los confirme. Cuando Él dirige, cada paso te acerca a su perfecta voluntad.

