1. Dios nos guía en medio del desierto Éxodo 13:21-22 “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube… y de noche en una columna de fuego…”
El pueblo de Israel no caminaba solo; la presencia de Dios les dirigía paso a paso.
En nuestros “desiertos” personales, Dios sigue siendo nuestro guía fiel.
Aunque no siempre veamos el camino claro, Su dirección nunca falla.
Cuando no sepas a dónde ir, recuerda que Dios va delante de ti.
2. Dios nos sostiene con ternura y fuerza Isaías 46:4 “Hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.”
Dios no solo dirige, también carga y sostiene.
Así como un padre levanta a su hijo cansado, Dios levanta al creyente abatido.
Su fuerza se perfecciona en nuestra debilidad.
Cuando te sientas sin fuerzas, descansa en los brazos de tu Padre celestial.
El cuidado paternal de Dios incluye corrección, no castigo sin propósito.
Israel fue formado en el desierto para aprender dependencia y obediencia.
La disciplina de Dios siempre busca nuestro bien y madurez espiritual.
No temas la corrección divina; es una señal de que eres amado.
4. Dios cumple Su propósito y nos lleva al lugar prometido Filipenses 1:6 “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
El Señor no abandona a Sus hijos en medio del camino.
Él tiene un destino preparado y nos lleva con fidelidad hasta llegar.
Su fidelidad no depende de nuestra perfección, sino de Su amor eterno.
Confía en que Dios completará lo que empezó en ti.
Conclusión:
Así como un padre lleva a su hijo, Dios nos guía, sostiene, disciplina y conduce hasta el cumplimiento de Su propósito. En cada paso del camino, Su amor nos rodea. Recordemos que no caminamos solos: Dios nos lleva en Sus brazos, aun en medio del desierto.

